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Esta entrada iba destinada casi únicamente a mis chicos y chicas de 1º de bachillerato, pero a medida que iba “secuestrando” a Cervantes en Prezi, se me ha ocurrido aprovecharla para reflexionar en voz alta sobre mi experiencia cada vez que imparto Lengua y literatura en este curso. 
La situación es la siguiente:
  • Tres horas semanales.
  • Un temario inabarcable que incluye toda la sintaxis, repaso de morfología, variedades textuales, las lenguas de España, ¡historia de la literatura desde la Edad Media hasta el Romanticismo!…
  • Mi idea de enseñar literatura difiere en mucho de la que nos están obligando a impartir.
Mi idea de la literatura ¡no! es la de aprenderse una retahíla de autores con una retahíla de obras, ¡no! es la de hacer que mis alumn@s traguen y luego vomiten una serie de datos de los que se olvidarán en cuanto salgan por la puerta de la clase tras el examen ¡no!, ¡no! Pero nos obligan a “entrenar” a nuestros alumnos y alumnas en una serie de estrategias repetitivas que en 2º de bachillerato se intensificarán, nos obligan a que solo se prime la capacidad de ingerir datos mecánicamente. Y caemos en la trampa. ¡Qué remedio si queremos que aprueben la PAU! ¿Dónde está la escuela que enseña a pensar? ¿Dónde está la escuela que prima la imaginación, la iniciativa, si apenas hay margen para respirar? Cuando veo a mis compañeros que imparten 2º de bachillerato preparar de manera afanosa los temas de lengua y literatura confeccionados con las páginas exactas para que sus alumn@s los regurgiten en ese mutilador de la imaginación mal llamado examen de PAU, me da una pena terrible. En bachillerato, se ha arrinconado la literatura y su disfrute, entre todos hemos castrado el amor por nuestros clásicos, los hemos ninguneado hasta tener que secuestrarlos en una presentación hecha para que, por lo menos, mis chicos no pasen por el bachillerato sin haber mencionado en clase a Don Miguel de Cervantes Saavedra.
Yo me declaro culpable de una cosa: ¡no voy a cumplir con la programación! Y aún sin cumplirla, hemos abandonado a su suerte a Quevedo, Góngora, Lope, hemos saludado a Garcilaso sin pararnos a tener una charla más profunda con él y hemos despachado a San Juan y Fray Luis con un ¡buenos días! y un ¡hasta nunca!
Si alguien tiene alguna fórmula para escapar de esta locura que tenemos por currículum, por favor, contádmela. Yo no he podido, me he doblegado.
Lo siento chicos, somos prisioneros del sistema.  
Lo siento, Don Miguel, por haberle «secuestrado» en Prezi. Trataré de transmitir a mis alumnos el entusiasmo por su obra a pesar de todo.