La escuela en tiempos del virus… y una humilde aportación
Estos días resultan extraños. Para todo el mundo, claro, pero más para los más jóvenes. Tienen clase, pero no tienen clase, tienen que hacer tareas, pero parece que no importa aprender, se quedan en casa, pero parece que tienen que pasar más rato con lo académico que nunca… Parece que hay muchas paradojas.
Admitámoslo, la situación nos pilló en bragas y calzoncillos. Los más iluminados quizá lo pudieran haber supuesto, pero casi de un día para otro se nos anunció que ya no había “clase presencial”. Y ahí nos salió a los docentes nuestro compromiso y profesionalidad. En unos días, equipos directivos y profesorado se organizaron como pudieron para construir de la absoluta nada un sistema que permitiera que el edificio no se desmoronase sobre nuestras cabezas. A marchas forzadas se crearon cursos en las plataformas Moodle de cada comunidad, proliferaron como setas las plataformas de videoconferencia y todos (alumnado y profesorado) intentamos aprender en unos días lo que puede llevar varios cursos. Siempre buena voluntad. Y no hay que olvidar que los malos tiempos siempre traen consigo grandes muestras de solidaridad como puede verse en redes en movimientos como #SOSDigitalDocente.
Y con todo ello intentaremos sostener la escuela.
Olvidémonos por ahora de la falta de planificación, de la necesidad un plan digital de centro, de que se entienda que la formación online significa enviar deberes como si no hubiera un mañana, de qué hacemos con los que más sienten las crisis, de ese 10% sin recursos…
No nos centremos en reproches (por ahora), sino en profundizar en interrogantes y posibilidades, en aportar soluciones, en ayudar y en compartir, que es lo que lleva haciendo la comunidad educativa en las redes desde hace mucho tiempo. El futuro (porque saldremos de esta sin duda) puede estar plagado de oportunidades que no podemos desaprovechar y de las que hablaré en otro artículo.
Y, tras estas semanas de esa pseudoescuela a la que no acabamos de acostumbrarnos, me gustaría dejar en el ambiente una reflexión o quizá una esperanza en forma de interrogante: ¿se dará cuenta ahora nuestra sociedad de la importancia de los docentes, del acompañamiento necesario en la vida de nuestros estudiantes, de lo fundamental que es una sonrisa, un abrazo, una mirada cómplice, una charla de pasillo, una palmadita de ánimo, una palabra amable, una carita sonriente en un ejercicio (bueno, esto último aún se puede hacer)…? Espero que sí.
Y ya, para finalizar, la humilde aportación que prometía en el título: dos vídeos. El primero, sobre el uso de la aplicación de mensajería Remind que me está funcionando de manera espectacular. El segundo es un intento de salvar la vista de mis compañeros y compañeras docentes sobre el uso de una app escáner para que el envío de fotos de nuestro alumnado no se convierta en una tortura visual.
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