Durante los últimos cursos he intentado ser el mejor profesor posible. Mi idea para acercarme un poquito es muy simple: la ESCUELA debe ser un espacio agradable e integrador en el que los alumnos y alumnas aprenden disfrutando. He procurado hacer de este ideal mi forma de entender la escuela, y mis alumnos me demuestran año a año que estoy en el camino correcto (aunque aún a años luz de lograrlo).
Para andar por este camino he tenido que emplear mucho esfuerzo. He tenido que leer mucho sobre trabajo cooperativo, sobre ABP, estar al día de tendencias educativas, he tenido que estar al tanto de los nuevos avances en NNTT, he viajado por las redes para aprender de maestros y profes maravillosos, he dado formación porque alguien ha considerado que lo que mis alumnos hacían merecía ser contado, me he seguido formando en grupos de trabajo de centro, cursos presenciales y a distancia sobre múltiples temas. También he aplicado todo eso que he aprendido con la firme intención de que mi alumnado aprendiese por competencias: hemos trabajado colaborativamente, hemos llevado a cabo proyectos, hemos usado las NNTT siempre al servicio del desarrollo competencial. Y he tenido el reconocimiento que más me importa, el del mis alumnos que, curso tras curso, me han demostrado su cariño y, sobre todo, han valorado que es esa la forma de aprender que reclaman.
Desgraciadamente, el curso próximo no podré hacer todo eso. Si tengo la suerte de poder seguir ejerciendo esta maravillosa profesión, ya no tendré tiempo de seguir formándome, ya no podré pasarme tardes y tardes diseñando proyectos, ya no tendré vida suficiente para investigar sobre metodología, sobre cómo aplicar las TIC de manera más efectiva.
Tendré que emplear gran parte de ese tiempo estudiando 72 temas que poco o nada tienen que ver con el día a día de nuestras aulas (todo parece indicar que el próximo año habrá proceso selectivo en Asturias, otro que tampoco cubrirá las necesidades). Tendré que dejar de intentar ser el mejor profe posible, ese profe ideal que tengo formado en mi mente. Se dice que la definición de profesor interino es aquel que tiene que dejar de hacer bien su trabajo para demostrar que puede seguir haciéndolo bien. Así estamos.
Tras pasar ya varias veces por este proceso-tortura, tras aprobar con buena nota en varias ocasiones, incluso sabiendo que era imposible obtener plaza debido a la fase de concurso de la oposición (no voy a aburrir más con con los entresijos del sistema), seguiré intentando ser el mejor profe posible aunque, durante los próximos doce meses, sepa de antemano que no seré capaz, no podré con todo.
Lo siento mucho, lo siento por mí porque me estaré traicionando a mí mismo al pasar por el aro de un sistema en el que cada vez creo menos. Sí, me convertiré en un hipócrita. Pero lo siento, sobre todo, por mis próximos alumnos si tengo la suerte de tenerlos: tendrán un profe que no podrá ser el mejor profe posible aunque lo intente con todas sus fuerzas.