A algunos les llama la atención la fantasía, a otros el misterio, el amor, a otros novelas con protagonistas cercanos a sus vivencias… Por todo ello, me sumo a la iniciativa de algunos blogs como Lengüetazos literarios para intentar que la lectura no sea tortura. En esta tercera evaluación, he propuesto a mis chicos y chicas una lista de libros bastante amplia (39 títulos que ya he colgado en una entrada anterior) y ahora propongo una ficha de lectura que deben rellenar sabiendo que su fin último va a ser la grabación de un podcast a la manera de reseña literaria radiofónica. De esta manera, tendrán que ajustarse a un tiempo máximo de tres minutos, deberán leer aquello que escriben, corregir su ritmo y entonación… Además, se trabaja la búsqueda de información, el texto expositivo y el argumentativo en la expresión de una opinión personal razonada y argumentada. Y, por supuesto, el resultado final del proceso será algo creado por ellos y no un examen, una grabación que tendrá una dimensión pública a través de este blog y su blog de aula.
En la mayoría de los centros educativos, el fomento de la lectura está mal enfocado. Desde el momento en que obligamos a leer unos libros concretos, escogidos en el departamento correspondiente según dudosos criterios y, a veces, deprisa y corriendo, estamos cargándonos el principio de fomento de la lectura; así solo fomentamos el aburrimiento. Y, si además de obligar a leer algo que puede estar muy alejado de los intereses de algunos alumnos y alumnas, les decimos que los vamos a examinar sobre ello, ya estamos fomentando algo más: el rechazo a la lectura.
Naturalmente, los chicos y chicas deben leer, hay que hacer algo para conseguir que lean y obligarles a leer un libro que no les interesa y del que luego van a tener un examen no es el camino. De hecho, hay muchos alumnos que leen cualquier cosa, que leen mucho y, sin embargo suspenden el examen de lectura; simplemente no les interesa lo que les obligamos a leer. No todos los alumnos son iguales y, por supuesto, tienen intereses muy diferentes y por eso debemos respetar los derechos del lector que Daniel Pennac, en su obra Como una novela (1992) enunció (por lo menos algunos, si los respetamos todos algunos alumnos solo se acogerían al primero):
En definitiva, son propuestas poco ambiciosas, que seguramente no vayan a fomentar una pasión lectora irrefrenable entre mis alumnos y alumnas, pero que pretenden, al menos, que se produzca un sentimiento positivo hacia el hábito lector y no de rechazo.